sábado, 28 de julio de 2012

HERO Y LEANDRO, UNA BELLA HISTORIA DE AMOR

Hace mucho tiempo vivía en la antigua Grecia, en la ciudad de Sesto, junto al Peloponeso, una hermosa doncella llamada Hero, consagrada a Afrodita, admirada y cortejada por Apolo y Eros. Cierto día, hallándose ocupada en sus tareas de sacerdotisa en el templo de la diosa del Amor, vio al bello Leandro, que humildemente había acudido a llevar sus ofrendas al recinto sagrado. A partir de entonces el corazón de Hero latió sólo por Leandro, y éste, que también había sido cautivado por la doncella, le confesó su amor con la alegría de saberse correspondido. Leandro tenía su casa paterna en Abidos, población situada frente a la de su amante y cuyas dos orillas formaban el Helesponto (actual estrecho de los Dardanelos, en Turquía)

Pero como en tantas ocasiones ha ocurrido, los padres de ambos jóvenes se opusieron rotundamente al casamiento y sembraron el camino de dificultades. Finalmente, un día advirtieron muy seriamente a sus respectivos hijos que debían terminar su relación para siempre.

Sin embargo, tan fuerte fue el amor surgido entre ellos, que se rebelaron y ambos desobedecieron las recomendaciones de sus progenitores y lo planearon todo para seguir viéndose en secreto. Por medio de una linterna colocada en la ventana al caer la noche, Hero avisaba a Leandro que se encontraba en la orilla opuesta del estrecho, de que no había ningún peligro y que el camino estaba libre para poder ir a visitarla. Todos los días, en cuanto Leandro veía brillar la luz del farol a lo lejos en la ventana de su amada, se arrojaba ansioso al Helesponto y lo cruzaba a nado para poder reunirse con su queridísima Hero.

Hero


Así gozaron de su amor los dos jóvenes durante un tiempo. Una y otra vez Leandro desafiaba la muerte en las encrespadas olas del mar, animado por la dulce recompensa que solícita le esperaba no sin cierta angustia. Pocas horas de la noche podían permanecer unidos, por miedo a ser sorprendidos por los padres de Hero, y al momento que empezaba a rayar el alba, Leandro regresaba apesadumbrado a su casa, pero con la esperanza de que aquel corto espacio de tiempo volvería al día siguiente.

Hasta que una noche, se desencadenó un fuerte vendaval que hizo apagar la lámpara por la que se guiaba Leandro. El animoso joven, que hacía poco había iniciado la travesía, redobló sus esfuerzos con la esperanza de volver a ver a su amada. Pero no pudo superar las embravecidas olas, que finalmente acabaron con su vida.

Al día siguiente, Hero, angustiada, había acudido a la playa intentando recibir noticias de su amado, cuando una enorme ola lo trajo a la orilla, dejándolo a sus pies con el consiguiente terror de la muchacha. Hero, desesperada y desconsolada por su pérdida, ya que Leandro era todo para ella, decidió marchar en su busca, arrojándose a su vez a las turbulentas aguas que apenas se habían amansado.

Hero llorando la muerte de su amado, Leandro.

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