sábado, 21 de julio de 2012

HEFESTO, DIOS DE LA FRAGUA

Hefesto, hijo de Zeus y Hera, es el dios del fuego y la forja, de los herreros, artesanos, escultores, metales y metalurgia. Pero Hefesto no tuvo un nacimiento que pudiera decirse feliz. Nació bastante feo, lisiado y cojo. Se dijo incluso, que al verlo Hera, le pareció tan feo que lo tiró del Olimpo, y estuvo cayendo durante nueve días y noches hasta llegar al mar, donde fue recogido y cuidado en la isla de Lemnos por la nereida Tetis (madre de Aquiles) y la oceánide Eurínome, y allí creció hasta convertirse en un maestro artesano.

En venganza, Hefesto elaboró un trono mágico de diamante que envió como regalo a Hera. Cuando se sentó en él, quedó atrapada, incapaz de levantarse. Los demás dioses rogaron a Hefesto volver al Olimpo, para liberarla, pero él se negaba, enfadado aún de su salvaje expulsión del Olimpo. Finalmente, acabó accediendo aunque no sin severas condiciones, una de las cuales fue contraer matrimonio con Afrodita, la diosa del Amor.


Hefesto y Afrodita
Hefesto estaba feliz por haberse casado con la diosa de la belleza y el amor, y forjó para ella un hermoso cinturón que la hacía incluso más irresistible para los hombres. En secreto, Afrodita se entregaba a Ares, el dios de la guerra.

Tres hijos dio Afrodita a Ares: Fobos (miedo) , Deimos (terror)  y Harmonía (diosa de la armonia y concordia). Los tres pasaron por ser hijos de Hefesto, que no se enteraba de nada. Hasta que un día, los amantes se quedaron demasiado tiempo en el lecho del palacio de Ares en Tracia, y Helios, al levantarse, los vio gozando placenteramente y fue rápidamente a avisar al marido.

Por una vez, Hefesto se retiró airado a su fragua, y a golpes de martillo forjó una red de caza de bronce, fina como una telaraña, pero irrompible, que ató a los postes y lados del tálamo conyugal y cuyos hilos resultaban invisibles hasta para el ojo de los inmortales. Su esposa, que había regresado muy contenta, explicó a Hefesto, mintiéndole, que había estado ocupada en Corinto y entonces éste le dijo que tenía que hacer un viaje a la isla de Lemnos con objeto de descansar de tan pesados trabajos....
Afrodita, sin la más mínima sospecha, dejó a su esposo alejarse y entonces avisó a Ares de que tenía el campo libre.

Voló el dios del casco aúreo junto a su amada y tomándola entre sus brazos, expresó así sus impetuosos deseos: "¡Oh diosa que yo adoro! Entreguemos nuestros corazones al placer del amor, pues Hefesto te ha abandonado prefiriendo descansar lejos de ti"


Encuentro amoroso entre Ares y Afrodita
La diosa, abrasada por la pasión, cedió a su ruego y, cuando más entusiasmados se hallaban, la trampa se cerró sobre ellos y los dejó estrechamente abrazados sin poder realizar ningún movimiento. Avisado por Helio, volvió Hefesto, y tras sorprender a su presa, llamó a todos sus compañeros celestiales para que fueran testigos de su deshonor. Después prometió no dar la libertad a los dos amantes hasta que le devolviesen los valiosos regalos con que había pagado a Zeus, padre adoptivo de la diosa. Los dioses llegaron pronto, pero el pudor detuvo a las diosas....

Ares y Afrodita atrapados en la red
Al ver las redes, una risotada general conmovió los cielos y estalló sin fin entre el grupo de afortunados inmortales. Unos a otros se decían: "Las mentiras tienen pronto o tarde consecuencia fatal; la lentitud triunfa de la ligereza.Así el cojo Hefesto, con su arte y astucia, ha sorprendido a Ares, el más ágil de los dioses del Olimpo. Ares no tiene más remedio que pagar su maldad..." Sin embargo, Apolo, tocando disimuladamente a Hermes con el codo, le preguntó: "¿No te gustaría estar en el lugar de Ares, a pesar de la red?" A lo que Hermes contestó: ¡Oh vergüenza, digna de envidia! Multiplicad todavía estas innumerables ligaduras, que todos los dioses y diosas del Olimpo rodeen este lecho y que pase yo la noche entera en los brazos de la rubia Afrodita"

Esta contestación hizo prorrumpir nuevas carcajadas entre los dioses, pero Zeus, que estaba tan disgustado que se negó a devolver los regalos de boda o a intervenir en una disputa vulgar entre marido y una esposa, manifestó que el castigo de Hefesto le había parecido bien,  pero que había hecho una tontería hacer público el asunto (y él tenía mucha experiencia...)

Poseidón, que al ver el cuerpo desnudo de Afrodita se había enamorado de ella, ocultó sus celos de Ares y simuló que simpatizaba con Hefesto: "Puesto que Zeus se niega a ayudar, yo me encargo de que Ares, como precio por su libertad, pague el equivalente de los regalos de la boda en cuestión".


"Todo está muy bien -replicó Hefesto acremente-, pero si Ares no cumple, tú tendrás que ocupar su lugar bajo la red"  "¿En compañía de Afrodita? dijo Apolo riendo. "Yo no puedo creer que Ares no cumplirá, pero si así fuera, yo estoy dispuesto a pagar la deuda y casarme yo mismo con Afrodita, si ésta fuera repudiada"


Finalmente, Hefesto que estaba locamente enamorado de su esposa, accedió en romper con su mano la red maravillosa. Libres de estos lazos que parecían indestructibles -según Homero- los dos amantes volaron por los espacios, avergonzados, huyendo del Olimpo y de las miradas burlonas de sus compañeros. Ares se refugió en su querida Tracia y Afrodita volvió a Chipre, donde las Gracias la condujeron al baño sagrado y allí renovó como siempre su virginidad. Acto seguido, derramaron sobre ella un perfume celeste que aumentaba la belleza de los inmortales y la adornaron con nuevos y hermosos vestidos, y así ataviada pudo lanzarse de nuevo a la conquista....






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