miércoles, 22 de agosto de 2012

IO, LA BLANCA TERNERA

Ínaco, dios río de la Argólida, hijo de Océano y Tetis, deseaba que Zeus se fijara en su  hija Io. Para asegurarse de su éxito, pidió ayuda a Iinge (hija de Pan y Eco, diosa de los amores imposibles) que le ofreció un filtro de amor que en cuanto Zeus bebiera haría que el dios se prendara y enamorase perdidamente de Io. Cuando llegó el momento, Zeus lo bebió gustoso y enseguida hizo su efecto. 


Hera, siempre vigilante, vio reunidos a su esposo Zeus, Io e Iinge y enseguida comprendió que había pasado. Transformó a Iinge en un pájaro, el aguanieves y al verlo Zeus supo que Hera ya sabía de su aventura, y para proteger a Io la transformó en una ternera blanquísima.

Tal belleza despertaba el animal, que Hera enseguida sospechó que se trataba de la amante de Zeus, y le pidió al dios la donación de tan la hermosa ternerita. Para evitar desairarla, y muy a su pesar, Zeus accedió.



Hera, segura de la fidelidad de Argo, le pidió que vigilase aquella ternera sin descanso. Mientras cincuenta ojos dormían, los cincuenta restantes permanecía abiertos y vigilantes. La ató a un árbol en Nemea, para asegurarse que la vigilancia fuera constante.

Impaciente y desesperado por no poder estar con Io, Zeus envió a Hermes, a acabar con Argo. Hermes llegó volando y consiguió dormir al monstruo, que una vez cerró todos los ojos, aprovechó Hermes para decapitarlo y liberar así a Io. Hera, agradecida por su fidelidad, puso todos los ojos de Argos en el pavo real, y se convirtió desde ese momento en su fiel compañera.

Pero Hera no descansaba y envió contra la ternera un tábano que la picaba incesantemente, provocádole dolores tan profundos que solo el salvaje galopar le producía alivio. Así corrió y galopó durante mucho tiempo y sin descanso. Continuó sin detenerse hasta Egipto, y al pasar junto a Zeus, éste le acarició el lomo y en aquel instante recobró su forma. Al fin pudieron gozar de su amor, y tuvieron un hijo, Epafo. 

Hera no se rendía. Envió contra el pequeño a los Curetes, y lograron secuestrarlo. Aunque por poco tiempo, ya que Zeus los fulminó con su  rayo y el niño fue recuperado.

Al llegar a edad de casarse se unió a Menfis, con quien tuvo una larga descendencia.


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