sábado, 6 de julio de 2013

Dioniso, un dios popular (III y última parte)

1ª parte                  2ª parte

LAS BACANTES

En esta obra, es interesante observar distintos aspectos de la figura de Dioniso:
  • Por un lado, la continua sonrisa en todo momento en su rostro, a pesar de estar siendo amenazado por Penteo, amenaza que se extiende a sus ménades.
  • Dioniso adopta una gran pluralidad de formas e imágenes más allá de las metamorfosis típicas en los demás dioses. Donde mejor se observa es en el "milagro de palacio".
MILAGRO EN PALACIO

Penteo quiere encerrar a Dioniso, y lo lleva al establo, y estando éste preso, consigue escapar, sucediendo a continuación una serie de prodigios:
  • Se transforma en toro, y en fantasma de aire
  • Pero, este toro, no es Dioniso, pues él mismo explica: "... y encontrando un toro junto al pesebre donde nos había llevado y encerrado, le echó unos lazos en torno a las rodillas y las pezuñas, resoplando humo... Y yo que estaba cerca a su lado me sentaba y le miraba tranquilo". Es decir, Dioniso cambia pero Dioniso permanece.
  • Dioniso cuenta que llega Baco, y habla de él en 3ª persona, en el momento que estaba sentado junto al toro.
  •  Dioniso habla de Dioniso y a Dioniso, a un Dioniso que no aparece representado, no habla, ni lleva máscara.
Este polimorfismo hace que no pueda ser apresado, a diferencia de los demás dioses, que una vez terminan su metamorfosis es posible su captura. En Dioniso, esto es impensable debido a sus continuas e incesantes transformaciones.

Además procura unas experiencias de trance donde había un sentimiento de despersonalización. Se realizaba en el monte, un espacio abierto. La subida al monte es parte del ritual que desemboca en este estado de trance. Es un delirio colectivo y contagioso, y en este estado se descuartiza un animal y se devora crudo (Se rompe la diferencia hombre/animal) 

OTROS ASPECTOS A TENER EN CUENTA

  • Ruptura de las funciones del individuo, en este caso, las mujeres, quienes dejan sus labores domésticas y amamantan lobeznos, y dejan lamerse por los animales salvajes.
  •  La tierra se une a esta danza: “... Y mana del suelo la leche, mana el vino, mana el néctar de las abejas...”
  • Derrumbamiento de identidad de Penteo: mediante la astucia, Dioniso convence a Penteo a disfrazarse de mujer e ir al monte a ver a las bacantes, encabezadas por su madre, Ágave, quien no reconocerá a su propio hijo, y lo despedazará, creyendo que es un cachorro de león.


Dioniso un dios popular (II)

1ª parte

A continuación veremos todas las fiestas que han existido en su honor y su culto. Para hablar de las fiestas celebradas honor a Dioniso, y para ello debemos tener en cuenta varios aspectos que en ellas se dan y son las siguientes:
  • El travestismo ritual
  • Roles sexuales
  • Enmascaramiento
  • El baile frenético
  • El éxtasis dionisíaco
El travestismo ritual

Este aspecto se presentaba en la misma persona del dios, que gozaba de ambiguas características, basadas en los travestimientos rituales  basados en el deseo inconsciente de revelar su componente femenina. Hay, por tanto, unas connotaciones sexuales de componente homosexual tanto del dios, como de los ritos unidos a esta vertiente femenina tanto del dios como del lado femenino que todo ser muestra en estas fiestas. Esto a la vez servía a los jóvenes para asistir a los ritos de iniciación y a una fiesta en sí.

Roles sexuales

Una imagen claramente unida a Dioniso es una ménade. Ménade hace alusión a un estado de mente y cuerpo en éxtasis, que posee una mujer seguidora del dios. Podía ir vestida o desnuda, o semidesnuda, armada y con objetos como tirsos, y raramente con vasos y copas. Expresaban gestos de gozo, caricias, saludos, sorpresas, ofrendas, violencia...
Esto se ha interpretado como algo social, una lucha de sexos, debido al poco acceso de las mujeres a muchos cultos, y sin embargo su importancia cultural para la sociedad.
El culto dionisíaco es principalmente femenino, protegido de ataques masculinos, de manera que expresaban su hostilidad a la dominación masculina y abandonaban el hogar y sus tareas domésticas para rendir culto a Dioniso.

Sin embargo, las fiestas dionisíacas permitieron a hombres y mujeres descargar hostilidades, consiguiendo asimismo una reconciliación de sexos. Por tanto, estas experiencias parece servir como protesta y deseo de liberación de los grupos oprimidos (de ahí que se diga que Dioniso es dios protector de los grupos marginales)
La componente sexual de las fiestas dionisíacas es indiscutible, y los griegos disfrutaron la sexualidad como objeto de veneración o deseo. 
Junto a todo esto nos encontramos a la mujer griega, por quien el hombre siente un fervor o respeto sagrado, aunque pueda someterla si así lo desea. La mujer lo sabe, pero hay parcelas que no se las puede quitar y en el culto dionisíaco da riendas sueltas a todo ello. 

Enmascaramiento

A través de la máscara, el individuo regresa a los estadios perdidos, aunque la sociedad lo atraiga al orden del discurso. Lo interesante es que otorga un carácter andrógino al que lo porta, lo que impulsa a vivir un transexualismo, con la nostalgia de un estadio anterior a la división de sexos, donde no se cuestionaba la armonía de ambos.
Todo lo que la comunidad inhibe, la máscara lo resurge con exceso, exalta las pasiones que lleva el hombre. Hombre y espíritu tienden a perder su identidad propia en su unión, otorgándose un papel primordial vital en los ritos extáticos de Dioniso.

El baile frenético

Hay tres tipos de danza en honor a Dioniso:
  •  Asko-liasmós: consistía en saltar y brincar sobre odres de vino engrasados.
  • Ditirambo: Canto por excelencia de la divinidad y es un encantamiento adornado y transformado en canto coral de pompa. Se acompañaba de un grupo de personas guiadas por la encargada de componerlo reflejando el sentimiento religioso de los participantes. Este grupo cantaba y bailaba en disposición circular.
  • Hyporchema: Original de Creta, se le canta también a Zeus y Apolo, y se trata de una combinación de música instrumental, canción, baile y pantomima con música de lira o flauta, incluso ambas realizado por hombres y mujeres, chicos y chicas con movimientos vivos y rápidos. A veces un músico tocaba mientras el coro cantaba haciendo gestos de baile o movimientos simples, y unos bailarines actuaban sin cantar.
Por lo referente a sus protagonistas, las ménades, su paso usual era rápido pero refinado, basado en la mímesis del dios. La manía que despertaba Dioniso era ritual y se manifiesta en un baile frenético dando lugar a la identificación pasajera con la divinidad y su thiasos recibiendo el nombre de entheoi, enthoisia, y bakcheíei sus participantes

Éxtasis dionisiaco

La religión de Dioniso implica una exaltación del alma que escapa de este mundo por medio del éxtasis, y penetra en otro con la certeza del entusiasmo. Supone un aumento de la fuerza del espíritu, exaltando los impulsos y sentimientos de goce y sensualidad de forma contagiosa. Pero lo orgiástico es también danza, música, alucinación, juego, contemplación, control de una fuerte emoción. El éxtasis es sólo un medio para la liberación cogniscitiva. El poseso, es aquel de la locura, contrapuesto a lo cotidiano. El corazón y el falo están asociados a él. Son órganos dotados de autonomía, con movimientos y vitalidad autónoma.


Lo sagrado es comunicación a través de desnudarse uno mismo, una violación de uno mismo, que se materializaba con el éxtasis dionisia o y la embriaguez producida por el vino o sangre del dios. Las mujeres subían a los montes, y representaban las muerte del dios niño, despedazando un buey o un toro, llenando los campos de estremecedores llantos, de desgarradoras llamadas al dios para que despertara, para que se hiciese presente de forma invisible y comunicarse por medio de la posesión.

Hesíodo menciona la fiesta de Lenaia, la cual se realizaba en honor al dios, en el mes de enero y tenía carácter místico-orgiástico, con miel, vino y leche. En las procesiones, se representaba al dios por su máscara, con la posibilidad de una unión sagrada del dios.

EL TEATRO

El teatro nació en Grecia en las fiestas en honor a Dioniso o Baco, dios del vino. Las obras, escritas en verso, no tenían al principio lugar de representación, hasta que se construyó un edificio excavado en una colina para aprovechar el desnivel para las gradas de los espectadores. Su origen procedería de la evolución de los ditirambos en honor a Dioniso, además del género satírico. Las tragedias tendrían su origen en los primitivos cantos que celebraban la muerte y resurrección de Dioniso y que era cantado por un coro de sátiros danzarines dirigido por un corifeo que ejecutaba el ditirambo.
El “comos” dionisíaco entonaba cantos religiosos en honor al dios, con partes serias y partes burlonas, cada una de las cuales daría lugar a la Tragedia y a la Comedia.

En las representaciones actuaban al mismo tiempo sólo tres actores, y el coro cantaba y bailaba. Estos tres actores interpretaban tango los personajes masculinos como los femeninos, que se diferenciaban por las máscaras. Se calzaban con zapatos con alza llamados coturnos.
La estructura del teatro permitía recoger el sonido perfectamente. No había ninguna ley que prohibiera la asistencia de las mujeres al teatro, pero estaba mal visto. Las obras duraban todo el día, y el público mostraba lo que le gustaba y lo que no, con pitidos, pateaba, aplaudía... 

Grandes y pequeñas Dionisas

En honor a Dioniso se representaron en la Grecia clásica dos tipos de certámenes: Grandes Dionisias, entre el 11 y el 13 del mes de Elafebolión; Pequeñas Dionisias de menor importancia,  en Diciembre o Enero.
  •  Grandes Dionisias: Comienza la fiesta con una procesión en honor al dios en la que un sacerdote que iba en un barco acompañado de flautista representaban a Dioniso. Las fiestas duraban varios días, y los poetas elegidos por el pueblo representaban una trilogía y un drama satírico, tras lo cual el público decidía quien era el ganador.
  •  Pequeñas Dionisias: Se representan comedias 
PARTICULARIDADES DE DIONISO

Dioniso es un dios diferente a todos los demás dioses griegos, lo que se muestra en distintos aspectos:
  • Es un dios que llega siendo de allí, es decir, es griego, pero siempre está llegando de fuera.
  • Es el dios que llega y se va. En sus rituales hay este doble juego, y simboliza un ascenso y un descenso, la vida y la muerte, pues se interpreta que viene del mundo subterráneo.
  • Es el dios que ha nacido dos veces, e incluso ha resucitado tras ser asesinado, despedazado y cocido por los Titanes, gracias a Rea, quien lo recompuso a partir de unas gotas de sangre del dios que cayó en la tierra.
  • Tiene tantos rasgos masculinos como femeninos. En "Las Bacantes", Penteo le echa en cara esa figura afeminada, no curtida por el gimnasio. Sin embargo, más tarde será el propio Penteo quien vaya a ver a las bacantes disfrazado de mujer.
  •  Encara la vitalidad de la vida, pero también tiene conexiones con la muerte. Existen láminas donde se habla de un viaje al Mas Allá, y de la promesa de una bienaventuranza en la otra vida ligadas a Dioniso
  •  Como dios del vino, tiene una cara benévola y otra menos dulce: por un lado, el vino quita las penas, procura muchos goces, es aliviador. Por otra parte, está la cara del éxtasis, la manía, el estado de locura que puede llevar incluso a actos violentos.
Distintas representaciones de Dioniso

A Dioniso no se le representa de una sola forma, como al resto de los dioses. Así hay figuras de un Dioniso barbudo, viejo, anciano, con una gran túnica; más tarde, hay figuras de un dios más joven , como un efebo, con rasgos afeminados; aparece también la desnudez del propio Dioniso, e incluso se le representa de niño.
Otra particularidad respecto al resto de los dioses, es que siendo dios masculino, no dirige su culto exclusivamente a los hombres, sino que lo dirige tanto a hombres como a mujeres, pero en distintos festivales. Así las antesterias, son concursos donde se llenaba un cántaro con vino y consistía en bebérselo lo más rápido posible. Estas fiestas eran dirigidas a los hombres, y asistían de todas las edades. Servían como rito de iniciación y era un día importante en la vida de todo varón griego, llegando a ir incluso varones con tan sólo 3 años de edad.

Rituales menádicos

Se ha comentado a menudo acerca de que Dioniso promueve unos estados de conducta de gran violencia y salvajismo. Sin embargo, hay tres factores fundamentales en estos rituales menádicos:
 Periocidad: cada 2 años, es decir, no es algo espontáneo, sino que ocurre cada un cierto tiempo
 Carácter local: centrado en áreas como el Peloponeso o Beocia.
 Carácter restringido de los clubs femeninos: no era una explosión espontánea de mujeres, sino  clubs de asistencia de un número concreto de mujeres.







miércoles, 14 de noviembre de 2012

DIONISO, UN DIOS POPULAR

NACIMIENTO E INFANCIA DE DIONISO
Sémele, hija de Cadmo y Harmonía, quienes reinaban en Tebas, era a menudo visitada por Zeus en palacio. En cierta ocasión, Zeus le prometió a Sémele que le daría todo lo que pidiera haciendo un juramento sagrado, lo cual aprovechó Hera, la esposa celosa de Zeus para presentarse ante  Sémele disfrazada de nana de Sémele, quien era de su total confianza y le preguntó sobre si estaba totalmente segura que era Zeus, y así le sugirió que para demostrárselo le pidiera la próxima vez que se mostrara con todos sus tributos (que como sabemos son los rayos y relámpagos). Así lo hizo, y Zeus, tuvo que aceptar, acabando así con la vida de la muchacha. Pero una hiedra se interpuso en el vientre de Sémele, y evitó la muerte del niño que llevaba en su interior, al cual Zeus recogió y lo encerró en un muslo. Tres meses más tarde, Ilitia, ayudó al nacimiento de Dioniso o Ditirambo que así fue llamado por ser el “dios nacido dos veces”. 

Ante este nuevo escarceo de Zeus, la celosa Hera decide tomar represalias contra el recién nacido, y así se pone en contacto con los Titanes a quienes ordena que den un implacable escarmiento. Hera pide que se de prioridad a este encargo y así se ponen enseguida en marcha dirigiéndose a los aposentos de la criatura. Tras raptarlo, lo despedazan y ponen todos los pedazos en una olla al fuego, como si se tratase de un guiso, y lo dejan hervir para destruir totalmente los restos del niño, de modo que nadie pudiese encontrar parte sana del crío asesinado, ni obrar con sus desaparecidos trozos ningún prodigioso milagro que permitiese su reconstrucción. Todo lo que quedó fue un granado que brotó al pie del lugar en donde fue desmenuzado el cadáver, un granado que había germinado con la sangre inocente que regó el suelo. Pero sí que hubo un testigo, la abuela Rea. Cuando los Titanes abandonaron el lugar, considerando que ya habían terminado su trabajo, la buena de Rea se puso de lleno a recuperar los fragmentos de su  nieto, y con ellos logró darle una forma aproximada a la que en vida había tenido. Así Rea consiguió recuperar a su  nieto vivo y llamó después a su padre para que lo pusiese a salvo. 

La educación de Baco
A ESCONDIDAS DE HERA

Para esconderlo de la furia de Hera, Zeus puso al renacido Dioniso en manos de Perséfone, la moradora de las tinieblas, la misma que había recibido ya otras encomiendas parecidas, y que tan problemáticas habían resultado. Perséfone pasó a la responsabilidad a cargo de Ino, hermana de Sémele, y su esposo Atamante, para que lo cuidaran en su reino de Orcomenes, escondiéndolo entre las niñas. 

Cuando Hera conoció la noticia hizo que Atamante enloqueciera y diese muerte a un supuesto ciervo que en realidad era su hijo Learco. Otra versión cuenta que fue Ino, quien enloquecida, tuvo que salir huyendo de su marido con su hijo en brazos, hasta que llegó al mar y se zabulló, salvando un delfín al desventurado Learco y quedando su madre como patrona de los marinos antes las tormentas. 

De nuevo Zeus tuvo  que recoger al pequeño y en esta ocasión lo llevó a Nysa, donde fue entregado a las ninfas  Macris, Nisa, Erato, Bromia y Baque, hijas de Atlas quienes lo alimentaron con miel y fue transformado en cabrito para evitar el ser reconocido por Hera.  Las ninfas fueron compensadas siendo transformadas en constelaciones, llamadas Híades.
Las ninfas le enseñaron Bellas Artes, especialmente armonía y baile. Más tarde Isleño se encargó de su educación, al cual se le ha representado en numerosas ocasiones  en obras de arte y según la leyenda de él desciende los sátiros.


VIAJES Y AVENTURAS DE DIONISO

Dioniso vagaba por el mundo acompañado de su tutor Sileno y de un ejército de sátiros y ménades armados de tirsos, que son varas cubiertas de hiedra, con piñas de pino en la punta. Además llevaban serpientes, espadas y bramaderas. Danzaban enérgicamente bajo la influencia del vino.




Dioniso en Egipto

Llegó a Egipto, y se instala en la corte de Proteo de Faros. Al rey le lleva el vino como obsequio, y aprovechando su situación, se pone a trabajar desde Faros en la preparación de su primera campaña. Reedita para su causa a las amazonas de Egipto, amazonas combativas por naturaleza, que van a servirle de espléndida fuerza de choque. Con ellas y con la furia de la venganza, se lanza a la batalla contra los Titanes, a los que vence con facilidad.

Emulando a Alejandro, el dios cruza Mesopotamia, derrotando a todos sus adversarios, y llega hasta las Indias sometiendo la península a su poder, pero no sin haber dejado antes el recuerdo de su presencia, con el cultivo de la vid y el secreto del vino. Terminado su camino en los confines del este, decide el triunfal Dionisos regresar a Grecia, al centro del mundo. Pero su regreso no iba a ser fácil, pues sus anteriores aliadas, las amazonas, esperaban dispuestas para el combate en el Asia Menor, dando lugar a una guerra sin cuartel, de la que sólo unas pocas consiguieron huir y refugiarse en Éfeso.

En Tracia, Dioniso se topó con un peligroso enemigo: Licurgo, rey poco amado de esa tierra dura y hostil. Licurgo supo engañar a la tropa del dios, haciéndola caer en una emboscada dejando solo y sin defensa a Dioniso frente a él, que le atacaba con su hacha de doble hoja, dispuesta a acabar con su aventura militar. Dioniso se da cuenta de la dificultad de la situación y decide abandonar el campo de batalla refugiándose en el mar, en la morada de Tetis. De nuevo Rea, salió en ayuda de su nieto y liberó a sus soldados originales, al tiempo que enloquecía a Licurgo quien utilizó la terrible hacha contra su hijo, tomándolo por una cepa de vid, por esa planta representativa de Dioniso, y como tal, fue podando los miembros de su hijo Driante, como una burla de su afán por acabar con el dios. Cuando Dioniso salió de su escondite ya con su gente liberada y con la cruel muerte del hijo del rey, viendo la desesperación del pueblo tracio, el dios se apiadó de su desgracia, y les prometió que se repararía el daño causado por Licurgo con la maldición de las diosas. Bastaba, para que la tierra volviese a ser fértil, que se lavase con la sangre culpable de Licurgo. Se cuenta que los tracios, aprovechando el consejo divino, decidieron darle al odiado rey una muerte terrible. Arrojaron al demente entre los caballos salvajes y las bestias tardaron poco en descuartizarle en la cumbre del monte Pangeo. Se cumplió el deseo del joven dios, y las tierras volvieron a ser fértiles al tiempo que se deshicieron de un rey tan despiadado.

En tierras de Icaria

A partir de entonces, Dioniso tuvo como objetivo enseñar a los buenos hombres el cultivo de la uva y la elaboración de los vinos. Llegó hasta tierras de Icaria, donde su rey Icario logró el primer vino producido por los seres humanos gracias a las enseñanzas del dios. Entusiasmado por el éxito de la cosecha y el excelente sabor de sus caldos, Icario se fue por todo el reino invitando generosamente a sus súbditos. Bebieron en abundancia, y se empezaron a sentir sorprendidos por los extraños efectos que aquel vino les producía. Estaban alegres y confusos, sentían al mismo tiempo el terror del mareo creciente y la pérdida de visión, pero su euforia y pérdida de consciencia también aumentaban con el vino hasta el punto que llegaron a pensar que habían sido envenenados por Icario, y decidieron matar a quien les había embrujado así, el buen rey Icario. Tras cometer este crimen, los campesinos decidieron darle sepultura al pie de un pino para ocultar el hecho que conforme iban recuperando la conciencia sentían terror y vergüenza. 


Maira, la fiel perra del rey, asistió impotente a todo el macabro proceso, y viendo al amo enterrado, corrió en busca de su hija, a quien arrastró, tirando a mordiscos de su túnica, hasta la tumba de su padre. Allí comenzó la perra a excavar, hasta que apareció ante los ojos de la hija con brutal claridad, la razón de la desaparición de su pobre padre. Erígone, cayó entonces en desesperación, y en las ramas del mismo pino que daba sombra a la descubierta tumba de su padre, se ahorcó la joven. Quisieron los dioses que esta muerte se extendiera por Atenas como aviso del crimen que había quedado sin castigo, y por esa voluntad divina, otras muchas jóvenes, sin llegar ellas mismas a saber por qué lo hacían, se quitaban la vida simultáneamente ahorcándose sin razón conocida en muy distintos lugares de la ciudad, hasta que los dioses hicieron saber a los hombres a través de las revelaciones del Oráculo de Delfos, que Icario y su hija Erígone habían muerto por la injusticia de los campesinos, y era necesario que la venganza cayera sobre los culpables. Una vez descubierta la razón de esa ola misteriosa de suicidios, los ejecutores atenienses llegaron a tierras de Icaria, y dieron muerte a los culpables que habían asesinado a su rey Icario. Tras el castigo de los culpables, se instituyeron fiestas en honor a Erígone, en las que se conmemorarían para siempre las bondades del vino de Dioniso, el sacrificio de Erígone y el martirio de Icario, colgándose las jóvenes celebrantes simbólicamente de las ramas de los pinos, o de cualquier otro árbol robusto que hubiera en el lugar, como una festiva e incruenta rememoración del suceso que fue asa de esas fiestas dionisíacas.
Icario y su fiel perra, quien junto a Erígone descubrieron su cadáver, fueron transformados en  las constelaciones de Boyero, Virgen y una de las estrellas de la Canícula. 

En Etolia


Al llegar a Etolia, Dioniso fue recibido por Oneas, rey de Calidón y se enamoró de su mujer, Altea. De estas relaciones nació Deyanira. 

En Laconia, fue agasajado por Dión, su soberano, quien tenía tres hijas. La más joven se prendó de él, al igual que él se fijo en ella, pero las hermanas mayores, celosas, advirtieron al padre, ante lo cual, Dioniso las transformó en rocas y a su amada la convirtió en un nogal.

Su encuentro con los piratas


En  el camino de su visita a las islas del archipiélago, fue capturado por unos piratas tirrenos, quienes pensaron que era hijo de un rey, y que podrían obtener un buen rescate. Sin embargo, al querer atarle las ligaduras se soltaban solas. El piloto asustado, dándose cuenta que se trataba de un dios, pidió a sus compañeros  que le liberaran pero solo consiguió su burla, y largan anclas, contando ya con los beneficios que les va a reportar la venta de tan bellísimo esclavo. Dioniso observa divertido la escena y deja tranquilamente que pase el tiempo. Entonces comenzó a suceder una serie de acontecimientos: un vino delicioso y suave se deslizó por el navío, como si el mismo mar se hubiese transformado en vino y cubriera  la embarcación. El palo mayor de la embarcación se cubre de hojas de parra y de ramas de hiedra y ya no queda duda: los horrorizados piratas comprenden al punto que el piloto no había hablado en vano, que aquel joven maravilloso era un verdadero dios.  El dios convertido en león, se lanzó sobre el capitán destrozándolo a vista de sus secuaces. Se lanzaron al mar y se convirtieron en delfines, salvándose tan sólo el piloto, quien Dioniso dejó marchar en paz, para que sea él quien cuente a los hombres todo lo que ha visto y vivido, cómo el dios supo vencer a unos enemigos tan necios y cómo se rió de ellos y su maldad. 




Pero Dioniso también aprovecha la travesía y desembarca en Naxos.

Dioniso y Ariadna

Cuando llegó a Naxos, Dioniso encontró a Ariadna, quien Teseo había dejado en la isla dormida. Cuando la muchacha descubrió la partida de Teseo, se entregó a una tremenda desesperación. Pidió a los dioses que quienes le traicionaron recibieran un terrible castigo, y para ella, la muerte. Cuando se fue a arrojar al mar, Zeus se lo prohibió prometiéndole cumplir lo que le pidió y castigar así a los culpables. Pero a ella le aguardaba otro destino. Ariadna se convertirá en la esposa de Dioniso y celebrarán una ceremonia presidida por Himeneo, tras lo cual le seguirá una fiesta dionisíaca para celebrarlo. 

Al encontrarla, dormida sobre las arenas de la playa, le pareció tan bella que encargó al herrero olímpico, Hefesto, una corona de oro que fuera parecida a su belleza. Cuando la tuvo despertó a la hermosa Ariadna, y tras entregarle la diadema, le hizo su esposa. 
Entonces comienza a oírse las músicas del cortejo báquico y Zeus desaparece. Aparecen sátiros, ninfas, pastores y por último Dioniso, quien le promete su amor y su gloria. Ariadna le declara entonces su esposo y salvador. 

Comienza la celebración de la boda. Las Gracias visten a Ariadna de novia, y todos se regocijan con la felicidad de los amantes. Dioniso da la señal para que comience la fiesta báquica alzando la copa que le ofrecen, y durante la noche transcurren bailes y cantos. Cuando los amantes se quedan solos se oye el eco de las músicas de la fiestas y Ariadna y Dioniso se unen en un íntimo abrazo.



Su matrimonio fue feliz y se tradujo en la culminación de su complicada vida sobre la faz de la tierra. Con ella Dioniso tuvo a seis hijos: Enopión (rey de Chío), Toante (rey de la Taúrida), Estáfilo, Latramis, Evantes y Taurópolo.

Conquista de la India

Más tarde, Dioniso conquistó la India, tierras que sometió mediante sus encantamientos y poder místico. Todas las regiones se rindieron al ejército quienes empleaban pámpanos, troncos de vid y panderetas, y enseñó a sus habitantes el arte de la vinicultura. A partir de entonces se le representó con su cortejo triunfal: un carro tirado por panteras adornado con pámpanos y yedra mientras le acompañaba sátiros, silenos, bacantes y otras divinidades. Visitó también Egipto, Frigia, Mesopotamia  a orillas del Eúfrates y Tigris. En su vuelta  a Grecia, su aspecto se volvió más afeminado con una larga túnica y adornado con guirnaldas.

Dioniso en Tracia.

Sus ritos eran desenfrenados con lo que fue acogido con hostilidad  y desconfianza. El rey de Tracia, Licurgo se declaró contra él,  y busco asilo en Tetis en las profundidades del mar. Entonces, castigó a Licurgo, quienes hizo prisioneras a las Bacantes. Como castigo, extendió la esterilidad en el país  y enloqueció a Licurgo, quien despedazó a su hijo Drías, que creyó que era una cepa de viña. Esta crisis no acabó hasta que Licurgo fue sacrificado por orden del Oráculo, siendo conducido a la montaña Pangión, y atado a  cuatro caballos, fue descuartizado


DIONISO EN TEBAS


Más tarde, en Tebas fue rechazado por  el rey Penteo, hijo de Ágave,  hermana de Sémele. Penteo encarceló a Dioniso, quien se liberó de la prisión y enloqueció a Ágave, madre de Penteo y a las mujeres tebanas, que se fueron al monte Citerón a celebrar las fiestas en honor al dios. Mediante engaños, Dioniso convenció a Penteo a adentrarse en las fiestas de las ménades disfrazado de mujer, donde cuando vieron al intruso, a quien tomaron por un león,  fueron a atacarle. A pesar de los ruegos de Penteo y descubrirse ante su madre, la locura que poseía a ésta era tal, que lo descuartizaron y llevaron su cabeza como trofeo por toda la ciudad. Cuando volvió en sí, vio que realmente era su hijo y cayó en una profunda desesperación siendo desterrada ella y su familia de tierras tebanas. (Las Bacantes, Eurípides, 405 a.C.)

También en Argos no fue reconocido como dios, ante lo cual enloqueció a todas las mujeres que creían que eran vacas e iban mugiendo por las calles e incluso llegaban a comerse a sus propios hijos de su propio seno.
 Las hijas del rey Orcome, también le rechazaron, y aunque intentó persuadirles primeramente bajo la forma de un atractivo joven, al no poder conseguirlo, se transformó en toro, en león, y finalmente en pantera. Esto las enloqueció,  y una de ellas llegó a destrozar a su hijo. Dioniso las convirtió a una en ratón, a otra en lechuza y a la última en búho 

Su viaje al Hades

Terminada la aventura del dios, ya podía ocupar su lugar en el Olimpo. Hestia le cedió para siempre el suyo, en aquel círculo restringido de los doce grandes dioses. Ya confirmado como divinidad, Dioniso no olvidó a su pobre madre, la infeliz Sémele y descendió en su busca a los infiernos, para rescatarla del reino de Hades y hacerla disfrutar en la eternidad de lo que en vida se le había negado. Para conseguirlo, atravesó el lago de Lerna, que se creía que se dirigía directamente al infierno. Pidió ayuda a un tal Polimno, y quiso compensarle al volver, pero no pudo pues murió, y Dioniso dejó su bastón en su tumba. En el infierno, Dioniso rogó a Hades que dejara marchar a su madre, y aceptó a cambio del mirto, una de sus plantas predilectas. De ahí, que los iniciados en los misterios dionisíacos se coronaran la frente con mirto. Dioniso volvió con su madre, quien se convirtió en la diosa Tione.  Regresó pues, a la gloria divina el hijo y su madre, no teniendo más remedio Hera que reconocer y soportar la derrota final, aceptando la presencia triunfal de Sémele a su lado, puesto que ya Dioniso estaba a su misma altura, en la cima del Olimpo.



miércoles, 22 de agosto de 2012

IO, LA BLANCA TERNERA

Ínaco, dios río de la Argólida, hijo de Océano y Tetis, deseaba que Zeus se fijara en su  hija Io. Para asegurarse de su éxito, pidió ayuda a Iinge (hija de Pan y Eco, diosa de los amores imposibles) que le ofreció un filtro de amor que en cuanto Zeus bebiera haría que el dios se prendara y enamorase perdidamente de Io. Cuando llegó el momento, Zeus lo bebió gustoso y enseguida hizo su efecto. 


Hera, siempre vigilante, vio reunidos a su esposo Zeus, Io e Iinge y enseguida comprendió que había pasado. Transformó a Iinge en un pájaro, el aguanieves y al verlo Zeus supo que Hera ya sabía de su aventura, y para proteger a Io la transformó en una ternera blanquísima.

Tal belleza despertaba el animal, que Hera enseguida sospechó que se trataba de la amante de Zeus, y le pidió al dios la donación de tan la hermosa ternerita. Para evitar desairarla, y muy a su pesar, Zeus accedió.



Hera, segura de la fidelidad de Argo, le pidió que vigilase aquella ternera sin descanso. Mientras cincuenta ojos dormían, los cincuenta restantes permanecía abiertos y vigilantes. La ató a un árbol en Nemea, para asegurarse que la vigilancia fuera constante.

Impaciente y desesperado por no poder estar con Io, Zeus envió a Hermes, a acabar con Argo. Hermes llegó volando y consiguió dormir al monstruo, que una vez cerró todos los ojos, aprovechó Hermes para decapitarlo y liberar así a Io. Hera, agradecida por su fidelidad, puso todos los ojos de Argos en el pavo real, y se convirtió desde ese momento en su fiel compañera.

Pero Hera no descansaba y envió contra la ternera un tábano que la picaba incesantemente, provocádole dolores tan profundos que solo el salvaje galopar le producía alivio. Así corrió y galopó durante mucho tiempo y sin descanso. Continuó sin detenerse hasta Egipto, y al pasar junto a Zeus, éste le acarició el lomo y en aquel instante recobró su forma. Al fin pudieron gozar de su amor, y tuvieron un hijo, Epafo. 

Hera no se rendía. Envió contra el pequeño a los Curetes, y lograron secuestrarlo. Aunque por poco tiempo, ya que Zeus los fulminó con su  rayo y el niño fue recuperado.

Al llegar a edad de casarse se unió a Menfis, con quien tuvo una larga descendencia.


ASTERIA RECHAZA A ZEUS

Asteria era una titánide, hija de Ceo y Febe, y además era hermana de Leto. Nació por sorpresa, de forma inesperada, sin gestación ni dolores. Nada hacía intuir su futuro nacimiento. Nació adulta. El dolor, la tristeza o la alegría jamás emanaron de ella, ni en ella encontraron lugar en que asentarse.
Las olas, en ese movimiento de ida y vuelta que en la arena de todas las playas se eternizan siempre, disminuían o borraban las huellas que unos pies descalzos dejaron en la arena. Asteria caminaba erguida y majestuosa.

Céfiro, viento del Oeste y mensajero de Afrodita, amparándose como siempre en la impunidad de lo invisible, con engañosa indiferencia movía las hendiduras de los transparentes tules que cubrían la piel de la diosa. Pero desde los cielos otros ojos también la observaban. Ojos divinos del único dios capaz de amontonar las nubes y dominar el rayo. Zeus sintió una gran atracción, una nueva pasión lo invadió. Una pasión sin confines, inaplazable y violenta. 

Zeus cruzó lo más rápidamente posible el espacio que separa el Olimpo de la tierra (según Hesíodo, si desde la mansión divina se lanzara un yunque de hierro al vacío tardaría nueve días y nueve noches en llegar a la tierra). Una vez alcanzó la tierra, se le acercó a Asteria, erguido, sonriente, con elegantes ademanes y paso de galán que aspira a no defraudar a su elegida, sin que en ningún momento menguara la altivez Omnipotente a que su rango obliga.

Pero Asteria no estaba dispuesta a entregarse, y su oposición fue tajante. No temía a las consecuencias y a pesar de la insistencia del dios supremo, no cedió y se mantuvo firme en su rechazo. Zeus no dejaba de intentarlo, sin embargo, cada vez que se aproximaba, sólo conseguía que la diosa esquiva acelerase el paso más y más para aumentar la distancia.

Cuando Asteria notó que las manos de Zeus iba a alcanzarle al fin, se sintió vencida, y utilizó sus poderes como diosa: se transformó en un ave, en una codorniz. Se dirigió al mar, pero no tardó en agotarse, y quedó flotando a merced de las olas violentas. 

Zeus decidió pronto su castigo. Asteria miraba hacia atrás temiendo el momento en que Zeus la fulminara con su rayo. Los ojos del dios, incisivos y fríos, continuaban atormentándola. Aquel mirar estático enardecía por momentos la trasformación. Poco a poco, fue extendiendo su enorme dimensión sobre las olas, y robándole espacio, aplastó al mar. Asteria terminó sus días como una isla empobrecida, desventurada, solitaria. Esta isla se llamó Ortigia, la isla de las codornices.



lunes, 6 de agosto de 2012

APOLO, DIOS DE LA MÚSICA Y LA POESÍA

 "¡Oh, Apolo! Te suplico que seas propicio a la paz, la larga vida y la salud de toda esta familia, y que seas igualmente propicio a la paz de mi hijo"




Apolo es considerado el dios de la Música y la Poesía, así como de las Artes Adivinatorias. Hermano gemelo de Ártemis, sus padres eran Zeus, soberano de los dioses, y Leto, hija de Titanes. Se cuenta que cuando Leto estaba encinta, Hera a causa de los celos había prohibido que en cualquier lugar de la tierra se le ofreciese asilo. Finalmente Delos, que hasta entones había sido una isla flotante y estéril, y que no tenía nada que temer de la cólera de la esposa de Zeus, consintió en darle acogida.

Los dolores del parto se prolongaron durante nueve días y nueve noches, todas las diosas acudieron a su lado salvo Hera y su hija Ilitía, diosa que ayudaba en los alumbramientos.  Ante los gritos desgarradores que profería la parturienta, el resto de las diosas prometieron a Hera un collar de oro y ámbar de nueve codos de longitud, si Ilitía podía ayudar a Leto durante el parto. Aunque a Hera le costó admitirlo, finalmente permitió que su hija llegara a la isla de Delos y auxiliara a la joven Titán.

La primera en venir al mundo fue Ártemis, que la trajo al pie de una palmera, y tan pronto como nació ayudó al alumbramiento de su hermano Apolo.

En el momento de nacer éste, unos cisnes sagrados dieron siete vueltas alrededor de la isla, pues era el séptimo mes de gestación de Leto. Zeus regaló a su hijo una mitra de oro, una lira y un carro al que Apolo unció los cisnes. Tetis le dio el néctar y la ambrosía y Teos cuidó de su infancia. Hefesto había forjado para el dios unas maravillosas flechas (Homero lo menciona siempre como el Flechador).
Como Zeus ordenara a Apolo que se presentara en Delfos, los cisnes le condujeron primero a su país, a orillas del Océano, más allá de los dominios del Viento del Norte, tierra de los llamados Hiperbóreos, que gozan siempre de un cielo purísimo y que consagraron al dios un culto que nunca terminaba. Allí se ejercitó el dios durante un año y después marchó a Delfos, donde llegó en medio del verano en medio de agasajos sin cuento. En memoria de su llegada se instituyeron en Delfos solemnes fiestas que conmemoraban la llegada de la estación de la luz y el calor, cuando la naturaleza estalla en una sinfonía de vida, y las cigarras y ruiseñores cantan con más alegría, mientras las cristalinas fuentes son solaz para los caminantes.



Apolo vs Pitón

En Delfos, Apolo tuvo pronto ocasión de estrenar las maravillosas flechas que le había regalado Hefesto y abatió con ellas, al monstruoso Pitón, terror de aquel lugar, el cual según la tradición había sido enviado por Hera para perseguir a Leto cuando todavía estaba encinta. En recuerdo de tal hazaña, o tal vez para aplacar la cólera de Hera, fundó unos juegos célebres, que derivados del monstruo pasaron a llamarse Juegos Píticos. Acto seguido Apolo se apoderó del Oráculo de Temis y recubrió su trípode con la piel de Pitón. Esta hazaña le valió que Zeus le reconociera como hijo legítimo y le colocara en el rango de dioses mayores,  concediéndole el imperio sobre la luz. El trípode consagrado por Apolo en Delfos se convirtió en uno de los emblemas del dios, y sentado sobre él la Pitia o Pitonisa pronunciaba sus oráculos, llegando a ser pronto el más famoso centro de adivinación.Los habitantes de Delfos celebraron con cánticos de triunfo la victoria del dios, y su toma de posesión del santuario. En honor de Apolo crearon el peán, un canto en su alabanza. Cada ocho años una solemne fiesta conmemoraba en Delfos el exterminio de Pitón y la purificación de Apolo en el valle de Tempe en Tesalia

Apolo vence a Pitón

Apolo y Dafne

En cierta ocasión, en la que Apolo atravesaba el país de los tesalios, siguiendo una partida de caza, divisó en las orillas del río Peneo a una joven extremadamente hermosa que respondía al nombre de Dafne. Esta muchacha era en realidad una ninfa que se entretenía en vagar por aquellos solitarios parajes y abatir a las fieras con sus flechas, cubriéndose con sus vistosas pieles.

La vista que aquella joven y esquiva hermosura conmovió el corazón del dios, pero en cuanto trató de acercarse a ella, Dafne huyó presurosa. Cuando el joven dios, estaba a punto de dar alcance a la ninfa, ésta exclamó, dejándose caer sobre el suelo: "¡Oh tierra, acógeme en tu seno, sálvame!"

Al terminar su invocación, sus miembros se distendieron con la rigidez de la muerte, sus cabellos se convirtieron en hojarasca y sus brazos en largas ramas, de sus pies brotaron raíces y su cabeza se convirtió en la frondosa copa de un árbol. Apolo se refugió bajo el gran laurel en que se había convertido la ninfa, mientras pensaba: "Dafne, tú serás de ahora en adelante mi árbol, el árbol del dios Apolo. Tus hojas coronarán mi cabeza y será el adorno de los valientes guerreros y de los triunfadores atletas, poetas y cantores".

Sobre este hermoso mito, escribió Garcilaso de la Vega un conocido soneto que dice así:


"A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu’el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo ‘staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía 10
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!"



Apolo y Cirene


Cirene era la hija de Hipseo, rey de los lapitas, quien la engendró junto a la ninfa Clidánope.

Cirene renunció a las labores propias de las mujeres y se dedicó a vigilar los rebaños de su padre. En una ocasión en la que tuvo que lidiar contra un león, y ni siquiera utilizó en la refriega arma alguna. Apolo observaba la feroz lucha y vio cómo la ninfa logró matar al león. Llamó tanto la atención del dios que éste se enamoró de ella. Apolo espiaba a Cirene desde el Olimpo. Le gustaba verla cazar, perseguir animales, utilizar el arco. El telar y las tareas domésticas no eran para ella. Salía noche y día para encontrar animales cada vez más salvajes. 

Cirene se regocijaba con su virginidad y en lo inmaculado de su lecho. Apolo también… Pensó entonces el dios en buscar la forma en que Cirene no lamentara la pérdida de su doncellez. Eligió la forma de lobo. Pensó que de esa manera ambos tendrían más placer. Nunca olvidaron el primer encuentro. Apolo condujo después a Cirene a Libia, donde Afrodita la trasladaría a un palacio subterráneo. En aquella tierra Cirene encontraría animales salvajes para cazar. También le otorgó Apolo un cortejo de ninfas. 

Según otra versión, Apolo decidió seguir el consejo de un amigo centauro, y decidió subirla en su carro de oro yraptarla. Huyó con ella hasta el norte de África y, una vez en la región de Libia,regaló el dios Apolo a la cariñosa ninfa un terreno que, desde entonces, se denominaría la región de Cirene. Además, ambos tuvieron un hijo, Aristeo, al que sus padres confiarían a las Musas en el don de la profecía.

Aristeo


Desde muy niño fue educado por las Musas, quienes le enseñaron todo lo concerniente al arte de la predicción y de la adivinación; también le mostraron el poder curativo de las plantas y todos los lenitivos y remedios contra las diversas enfermedades. 

Más adelante, también las Ninfas colaboraron en la tarea de hacer de Aristeo un hombre de provecho. Merced a todo ello, conoció la técnica de la apicultura y las diferentes formas de cultivo de los olivos: además, le enseñaron los variados modos de cobrar piezas, con lo que se convirtió en un experto cazador y dominador de la práctica de la cinegética.


En cierta ocasión, Aristeo libró a los habitantes de las islas Cíclades de la terrible enfermedad de la peste. Mas, curiosamente, para esto no utilizó su sabiduría curativa, sino que, armándose de paciencia, cumplió diariamente con un ritual en honor de Zeus. El dios, agradecido, envió un viento fresco y bonancible a aquel lugar de desahucio y la terrible enfermedad se alejó para siempre de allí.

Apolo y Corónide

Corónide era hija de Flegias, rey de los lapias. Apolo se enamoró de ella un día que se estaba bañando en las aguas de un lago de Tesalia. En ausencia del dios, la joven se enamoró de Isquis, hijo de Élato, rey de Arcadia y le amó. Desesperado por el amor y los celos, Apolo atravesó con sus flechas el pecho de su infiel amante. Pero al verla, se arrepintió. Rindiendo honores fúnebres a la infortunada, arrancó vivo de sus entrañas a Asclepio (dios de la medicina), el hijo que el dios había engendrado con ella, en el mismo momento en que el cuerpo de Corónide empezaba a consumirse presa de las llamas. A continuación confió su custodia a Quirón, el sabio centauro, quien le enseñó el arte de elaborar remedios. En poco tiempo llegó a tener una gran habilidad y consiguió curar no sólo a los enfermos, sino resucitar a los muertos: en concreto, Glauco, Tíndaro e Hipólito le deben su retorno a la vida. Ante las quejas de Hades, que veía como Asclepio le quitaba sus súbditos, Zeus le fulminó con el rayo como castigo. Apolo, en venganza, mató a su vez  a los cíclopes, artesanos de los rayos. Zeus, en castigo, le exilió a la Tierra por una temporada.

Leucotoe

Otro de los amores de Apolo, fue Leucotoe, hija del rey persa Orcamo. Apolo, transformándose en la madre de la muchacha, consiguió sus própositos de conquista. Su hermana Clitia, celosa por no haber sido elegida por el dios para formar pareja, enteró al rey sobre este encuentro y furioso, ordenó enterrarla viva. 

"Con la noticia, el rey, loco de furor, ordena que Leucotoe sea enterrada viva y que sobre su cuerpo se acumule un enorme montón de arena" (Ovidio)

Apolo, quiso ayudar a su amada y por medio de sus rayos se dispuso a abrir rendijas en la arena que cubría el cuerpo de Leucotoe pero, a pesar de su poder, no logró devolverla a la vida.

La compasión de Apolo por su amada fue tal que se dispuso a ungir de néctar oloroso los despojos mortales y asegurar que tocarán en el cielo como si se hubieran convertido en una columna de quemado incienso

En cambio, el odio experimentado, a partir de ahora, por el dios, hacia la acusona Clitia, hará posible que Apolo la desprecia y la envíe un ejemplar castigo. Así lo relata Ovidio:
"Como el amor había sido la causa de la indiscreción de Clitia, Apolo jamás volvió a tener unión carnal con ella, y hasta la despreciaba cada día haciéndole saber sus amoríos. La ninfa Clitia no pudo sufrir tales desdenes. Miró al Sol con sus ojos clamorosos y tornóse lívida. Poco a poco sus pies se transformaron en tallo y su cuerpo violado en las flores olorosas de la violeta y del heliotropo"













domingo, 5 de agosto de 2012

POSEIDÓN, REY DEL MAR Y DE LAS AGUAS

"A Poseidón, el poderoso dios marino, le cantó;
Movedor de la tierra, y dios del infructuoso océano,
Sé benigno y con tu mano atenta
Ayuda a todos aquellos bajo tu terrible dominio"
                                 HOMERO


Es uno de los dioses olímpicos, hijo de Cronos y Rea, según el relato en que Zeus obliga a vomitar a su padre a los hijos que se había tragado, lógicamente tenía que ser mayor que Zeus, ya que éste fue el último de los vástagos que salvó a todos sus hermanos. Sin embargo, a medida que Zeus asentó su poder, por lo menos en el aspecto moral, Poseidón pasó a ser al igual que su hermano Hades, "un hermano menor", mientras que Zeus, debido a su importancia, se convirtió simbólicamente en el mayor de todos.

Poseidón, transformado en un dios marino, llegó a Grecia con las migraciones de los pueblos arios o indoeuropeos, que introdujeron la utilización del caballo en el mundo mediterráneo. Eso explica que en principio, fuera el dios de los caballos, por lo que se representa con un carro bélico tirado por hermosos corceles que pronto se convertirían en marinos cuando las nuevas leyendas le designaron estos dominios.

Construyó su magnífico palacio submarino de Ege, en Eubea. En sus espaciosas cuadras

Se narra que Poseidón, en la Titanomaquia, mandó la "escuadra olímpica" con tanto acierto que terminada la campaña al dios el tocó el gobiernos de los mares, sus costas y sus islas. Pero Poseidón no se contentó con el reparto y argumentó que Zeus se había quedado con la parte del león: el Cielo y la Tierra. Fue entonces cuando intentó destronarle espoleando los celos de Hera y el orgullo de Atenea, pero fracasó por la intervención del gigante Briareo. El Tonante (epíteto de Zeus) castigó a Poseidón desterrándole un año en la Tierra, y como cualquier mortal, obligándole a vivir ganándose el sustento cotidiano con su esfuerzo.

En la Tierra sirvió a las órdenes de Laomedonte, rey de Troya, hombre de carácter violento, ruin y embaucador, que le asignó la construcción de las murallas de la ciudad junto con Apolo, que por aquel entonces también estaba proscrito del Olimpo. Como al terminar el año ambos dioses exigieron el sueldo estipulado, el brutal monarca los expulsó a ambos con violencia. Poseidón entonces envió a la comarca un monstruo marino que hizo cundir el pánico entre los troyanos y Apolo, por su parte, mandó a un jabalí de enormes proporciones que terminó por asolar todo el país. El Oráculo predijo entonces que no terminarían las calamidades hasta que Laomedonte no entregara su hija al monstruo marino, exigen que el monarca rechazó. Por casualidad acertó a pasar por allí el ya famoso Heracles, que iba en busca de aventuras. El héroe dio muerte al monstruo al monstruo y salvó así a Hesione, pero entonces una vez más el mezquino Laomedonte se negó también a entregarle en pago los caballos divinos que poseía y que le había prometido. Heracles volvíó al frente de un ejército y, ayudado por Telamón, sitió y tomó Troya, dando muerte a Laomedonte y a toda su descendencia, excepto al joven Príamo, el único que había recriminado a su padre el incumplimiento de la promesa.


Es así como Poseidón juró entonces vengarse de Troya y así como Apolo dejó en paz a Priamo al subir al trono, comprendiendo que aunque ninguna culpa tenía del engaño de su antepasado, el rencoroso Poseidón no pararía hasta ver destruida la ciudad odiada.

AMORES Y DESCENDENCIA DE POSEIDON

Anfítrite, su legítima esposa

Poseidón, al igual que Zeus, tenía una esposa legítima, la diosa Anfítrite, la reina del mar, etimológicamente la que fluye en torno, la que rodea al mundo. Pertenece a las  Nereidas, las 50 hijas de Nereo y Doris. 

Cierto día, se hallaba Anfítrite bailando con sus hermanas nereidas en la isla de Naxos, ajena a la mirada de los dioses y los mortales. Había hecho votos de permanecer eternamente virgen, pero el Destino quiso que la viera Poseidón y la danza era tan excitante que el dios juró que no pararía hasta hacerla su esposa. Pero lo juró con una voz tan potente, que todos se enteraron, incluso la propia Anfítrite, la cual, asustada, abandonó la isla y se ocultó en las profundidades del Océano, más allá de las columnas de Heracles. 
Descubierta por los Delfines, fue conducida por ellos en un brillante cortejo y entonces sí consintió en ser su esposa. 

Poseidón, aunque totalmente enamorado de su esposa, también le era infiel, aunque Anfítrite no solía descargar su ira por los celos sobre sus amantes y sus hijos, ya que por mucho que Poseidón tuviera "un amor en cada puerto", siempre regresaba solícito a los brazos de su hermosa nereida.



Poseidón y Démeter

 Entre sus encuentros amorosos, podemos citar su relación de Démeter (diosa de la agricultura, y protectora del matrimonio y la ley sagrada) Poseidón la persiguió cuando aún ella conservaba su forma original de diosa-yegua, y ella lo rechazó huyendo y mezclándose con otros caballos, los del rey Oncos. Sin embargo, no pudo ocultar su origen divino y Poseidón transformado en semental la tomó y la cubrió. Démeter, furiosa, lavó su ira en el río Ladón. De esta unión nació Despoina, cuyo nombre no podía ser pronunciado fuera de los misterios de Eleusis, y un corcel de crines negras llamado Arión, el cual poseía el don de la palabra y la inmortalidad.


Poseidón y Medusa


Medusa, era una de las gorgonas, con la peculiaridad de que era la única mortal y la más bella de sus hermanas. Tan  hermosa era que su belleza deslumbró a Poseidón, quien decidió seducirla (según otras versiones, violarla) en el templo de Atenea. Al saber de lo que ocurrió en su templo, Atenea se enfureció, y así castigó a Medusa haciéndola igual a sus hermanas, quienes  eran simples monstruos desalmados, con manos metálicas y colmillos afilados, y unos ojos que emitían una luz tal, que quien los miraba directamente, quedaba petrificado. Pero además la belleza de su cabellera, despertó los celos de Afrodita, razón por la cual trasformó sus cabellos en serpientes, y la desterró a vivir en las tierras hiperbóreas.


Fuente: Mitología griega (Francesc L. Cardona) Editorial Olimpo // Diccionario de Mitología: dioses, héroes, mitos y leyendas (Marisa Belmonte y Margarita Burgueño) Editorial Libsa